ENCUENTRO ATEMPORAL
Se conocen, se gustan, sus miradas coincidían y a veces se esquivaban para
evitar conectar. Se conocen, se gustan y se involucran un poco más, pero falla
algo, muchas cosas no llegan a concretarse, lo que estaba siendo algo se
convierte en un “casi algo”, breve pero intenso.
Aquella noche de primavera iba a ser la última en la que sentirían sus
cuerpos juntos en un abrazo, sería la última noche en la que sus labios se
rocen en un beso, pero sería la primera que desencadenaría un torbellino de
emociones, la primera donde sentiría su ausencia a pesar de haber estado tan
cerca.
Ella lo describía como algo que duró tan poco tiempo pero que lo sintió muy
intenso, porque se apresuró a sentir, porque tiempo atrás había tomado la
decisión de si vuelve a pasar no iba contener nada, no iba dar nada a medias,
iba a querer sin medida así sea por un tiempo corto o toda una vida.
Tristemente le apostó a una vida y se quedó solo un par de meses.
Él, lo describió como una ilusión previa, que abrió el camino a sentir intenso, a experimentar profundo y apresurado, pero tenía claro que en el sendero de mañana no se encontraría ella.
-¿Puedo hacerte una pregunta inapropiada?
-A ver
- ¿Estás saliendo con alguien?
Fueron los minutos de espera más largos de su vida, donde la incertidumbre
y un poco de arrepentimiento se apoderaban de ella. Su cuerpo se tornaba helado,
en su balcón caminaba de un lado hacia otro, pasaba el tiempo y no tenía
respuesta. Solo habían pasado dieciséis minutos – cálmate – se dijo a sí misma,
¿Qué es lo peor que puede responder? Ella había aprendido que un NO era una
posible respuesta y que incluso podría ser la que estaba por leer.
- Pues
no, no estoy saliendo con nadie. ¿Por?
Tengo que aceptar que fue un acierto para ella, era la respuesta que
esperaba.
- Ahmm! Por curiosidad, y por si en algún momento te gustaría.
- ¿Para salir nosotros?
En ese momento ella sintió que lo había arriesgado todo, que la pequeña
relación profesional que había formado con él se estaba derrumbando así que
decidió escribir un mensaje más a manera de broma diciendo:
- Si,
es raro, pero también gracioso. Pero si no estás de acuerdo, podrían ser nuestros guardianes espirituales. Y agregó unas cuantas risas.
- Bueno,
si es para salir nosotros. Si, me gustaría.
El sentimiento de incertidumbre se había ido, pues había obtenido la
respuesta que tanto quería. Ahora se adentraba a la fase de “armar la salida”
pero tenía que ser al detalle, sin presiones ni exponerse demasiado. Por lo que
soltó la propuesta y esperó que sea él quien decida que hacer, elegir el día y
la hora.
Estos cortos mensajes, pero cargados de emociones abrieron la puerta a
largas conversaciones donde un par de desconocidos se volvían íntimos poco a
poco, aunque el poco a poco haya sido limitado, ya que todo se tornó muy rápido
e intenso en las siguientes semanas.
Sus conversaciones y ganas de saber uno del otro eran cada vez más
seguidas; buenos días, hola, ¿qué tal tu día?, ¿dónde es tu trabajo? Y muchas
más se volvieron interesantes para ella, estaban alimentando un pequeño gusto
que tenía de hacía tiempo, pero no lo aceptaba, él, no estaba permitido y no
por ser alguien inalcanzable más bien porque sus situaciones personales no lo
permitían.
- Ya estoy en casa
- Me alegro que hayas llegado bien
Había pasado mucho tiempo que ella no recibía un mensaje como este y por un
momento sintió que un toque de ansiedad recorría su cuerpo, un mensaje de ese
estilo antes de que se dé su primera salida era muy apresurado, lo pensó. Pero
lo permitió, porque se sentía bien leerlo y más si venía de una persona que
estaba correspondiendo de la misma forma que ella.
La semana pasaba y el día de su primera salida se acercaba, no tenía idea
de a donde iba a ir, ni a qué hora ni si quiera que iba a usar, pero guardaba
tranquilidad porque sabía que llegaría.
- - ¿Nos vemos el sábado? Ya estoy revisando unos lugares
- Si, nos vemos el sábado. Sonriendo.
Esta breve conversación fue en persona, ella no podía mirarlo tan fijamente
a los ojos como antes, ya había expuesto un poquito de su interés y tampoco
quería verse en evidencia.
Ajenos al tiempo y sin saber que pasarían los siguientes días, los
aprovechaban para saber un poco más uno del otro.
Me gustaría poder escribir más de esta historia, pero fue corta, ligera y
cada día se apagaba poco a poco; porque las personas a veces llegan a la vida
solo como visitantes, algunos te enseñan y pasan, otros, otros solo pasan.
Él fue uno de ellos, de los que desempolvan ideales que se habían perdido
dentro de ti, de aquellos que te recuerdan cosas importantes en el camino de la
vida y también de los que prefieren pasar por razones ajenas al temor de
recibir todo y devolverlo todo con más fuerza porque sus anhelos son más
fuertes o a veces ni siquiera lo sabemos, pero simplemente se van o no estamos
listos.
Ella pensó que se iría sin despedirse, entre silencios, entre mensajes
incompletos, sin responder y al mismo tiempo respondiendo con mutismos
permanentes. Si algún momento la intimidad se construyó, en ese instante se
desvaneció, porque todo quedó en un recuerdo.
Quisiera poder escribir más de esta historia, porque a ella la hizo feliz,
aunque solo fueron instantes.
Te contaré de un viaje que se convirtió en la puerta de salida, en el fin
de una cortita historia que en un tiempo futuro sería solo un recuerdo. Un
bonito recuerdo.
Partieron como amigos, pero ambos sabían que eran más que eso, eran
cómplices por tres días en un pequeño pueblo ajeno a ellos pero que iba a
guardar todos los momentos que crearían juntos.
Llegaron a un pequeño bar donde ella iba a saborear un trago que lo
llamaron “el tecito con alcohol” y él recordaría buenos momentos a través de otro
que también lo llamaron “montes de sustos”. A pesar que en sus vasos había
tragos diferentes estaban juntos, gozando del presente, de ese corto presente,
disfrutaron la comida, caminaron de la mano entre extraños y extranjeros,
hablando de todo y de nada, riendo de la vida y en ocasiones terminando sus
frases con pequeños besos o abrazos que sellaban las palabras y daban el inicio
a una nueva plática.
Estuvieron en un apartamento pequeño, pero acogedor, con una cama y un baño
para dos, donde cada uno iba a ser auténtico, él por un lado con su desorden y
frescura, ella por otro lado doblando todo lo que se le cruzaba en cada paso y
controlando que cada cosa esté en su lugar.
Había un poco de miedo, pues no dormía con alguien desde hace mucho tiempo
únicamente con sus guardianes espirituales, las noches fueron cálidas, había
respeto mutuo, un abrazo y un beso de buenas noches para descansar y continuar
con la aventura el siguiente día.
Ella conocía mucho del pueblo, él muy poco, pero estaba feliz porque sabía
que iría a un lugar que al final del viaje se convertiría en su mejor parte.
Esa mañana visitaron un museo y unas ruinas que se destacaban por ser
importantes en la historia. Recorrieron una exhibición fotográfica; ella ama
jugar a imaginar animales entre las fotos y formas abstractas así que lo hizo
con él, disfrutaron cada rincón, hasta que se adentraron a las ruinas; simplemente
un lugar mágico, ella solía visitarlo con frecuencia en el pasado, era su lugar
de paz favorito. A pasos lentos y seguros transitaron por cada pequeño camino
pedroso y lleno de arbustos, imaginando como habría sido la vida en ese lugar y
sintiéndose admirados al reconocer el talento y trabajo que les tomó levantar
lo que un día fue un templo y hoy ruinas.
El día avanzaba, comieron, descansaron y ella continuó llevándolo a
pequeños y simples lugares; las charlas no paraban, las risas no faltaban, un
agarre de manos y un beso cada vez y cuando.
Los días se acababan y la incertidumbre llegaba, a pasos lentos pero cada
vez se acercaba a ellos.
Antes de volver, el último día de los tres, había que tomar una decisión, reconsiderar o alejarse y aunque ella no quería decirlo lo había pensado tanto que se volvió necesario, puesto que transitaba por un camino que se tornaría complejo. Invitándolo a sentarse a su lado tomó valor y decidió soltar las palabras frente a él.
- He pensado en que quizás podríamos reconsiderar estar juntos, con respeto y cuidado, disfrutando lo que tenga que durar y viviendo lo que tenga que pasar o simplemente nos alejamos.
Su cara cambió, su ceño se estiró y por un momento la habitación se llenó
de silencio, un silencio incómodo.
- Necesito
pensarlo, terminemos estos días sin arruinarlos por nada.
- Tómate
tu tiempo y piénsalo.
Volvieron a sus vidas reales, a su día a día, pero ya cada uno en su espacio, cada quien por su lado. Los días se volvían complejos. Sus voces y sus textos se habían vuelto afónicos, el NO que había aprendido hace mucho como posible respuesta, se hacía real, evidente y palpable.
- Ya tengo mi respuesta. Te la diré en persona.
- Okay, podemos hacerlo en estos días
Los días pasaban y ese en específico nunca llegaba. Solo llegaba la
ansiedad, un poco de desespero. Ella volvió del viaje y tan pronto pudo se apresuró
a prepararse para la respuesta, pues sabia muy adentro que no iba a ser la que
ella esperaba. Había aprendido que hay que prepararse para todo y esta no iba a
ser la excepción.
Los días seguían pasando y ella estaba empezando a tomar el silencio, los
mensajes a medias y cortantes como respuestas reales.
Entre un café, dos empanadas y un té estuvieron frente a frente listos para
decirlo todo, sabiendo que ese iba a ser el último día que iban a mirarse a los
ojos de esa forma.
Ella comenzó explicando que nunca fue su intención ponerlo en jaqué o darle
a elegir entre dos opciones, pero sentía muy en el fondo que la situación ya
estaba en su último tiempo, que realmente no los iba a llevar a nada bueno y
que más temprano que tarde iba a llegar el momento de tomar una decisión. No hay
forma perfecta de decir las cosas, simplemente está la honestidad de decirla y
hacer lo mejor para los dos.
A sabiendas de su respuesta aún no dada ella solo pedía algo, no alejarse y
no evitarse, aunque iba a ser una dura batalla diaria, ambos preferían tener
mil veces un amigo con quien contar y en quien confiar que perderlo todo,
hubiera sido muy incómodo y triste.
De su parte hubo muchos sentimientos de agradecimiento, de felicidad y
mucha tranquilidad.
La intervención de él fue muy breve y justamente como lo es; activando su
coraza fría y seria.
- Mi
respuesta sigue siendo la misma. No, no puedo. Tengo mis objetivos marcados y no
los voy a cambiar, porque me conozco y en el momento en que decido apostar por
alguien me quedaré ahí y con seguridad olvidaré que tenía un camino por construir,
recalco, un camino solo por construir.
No fue hasta unos minutos después que ella logró comprender que no estaba
listo, que el preámbulo de palabras, frases y citas para adornar las cosas lo
llevaban al único camino, él no estaba listo en ese momento.
Palabras más, palabras menos, anécdotas y ejemplos, pero todo los iba a
llevar a lo mismo. Ambos estaban sincronizados que era la señal correcta, que
era el momento de poner un alto, pero no alejarse y ser amigos, cuidando los
espacios, las palabras, las delgadas líneas que no debían cruzar una vez más
porque estaban seguros que en ese momento si se iba a arruinar una amistad.
En ese momento final, aunque ninguno se quería ir, ella sentía su mirada
muy penetrante, pero en el vaivén de sus ojos se encontraba la necesidad de
tener que irse. Se dieron un fuerte abrazo y prometieron ser amigos, buenos amigos,
a pesar de ser una promesa de meñique, solo el tiempo lo definirá.
En instantes perdidos ninguno estaba listo. El se eligió como su prioridad,
mientras que ella estaba encontrándose de vuelta.
Ninguno estaba listo, para ninguno era su momento. Estaban frente a un encuentro
atemporal.
Quiero terminar contándoles muy breve como era él.
Era serio y frio, pero cuando dejaba abierta la puerta ella podía sentir su
cariño y lo muy amoroso que podría llegar a ser. Era inteligente, gracioso imitando
diálogos y voces extrañas, amaba el rock y odiaba el kpop, su serie favorita
eran los Simpson, apasionado de la UFC, pero muy tranquilo y cálido. Había
aprendido a amarse, aunque su sinceridad era muy cruda.
Su amor estaba gastado, quizás por eso no sabía lo que significaba darse a alguien.
- ¿Sabes que imagino? Salir a esta hora e ir a casa, donde estés tu.
- No
prometo despertar sola, pero si con una alarma. Te esperaría con un abrazo, un
beso en la frente y una gran sonrisa de solo verte.
Fue un encuentro atemporal, corto pero lleno de aprendizajes y de buenos sentimientos.
Fue bueno conocerte…
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